Gas esquisto: la revolución energética mundial
Con este recurso
EE.UU. se convierte en el primer productor de hidrocarburos; cambia la
geopolítica y economía, pero oculta graves problemas ambientales. Hasta hace unos años, Williston era un pueblo perdido en Dakota del Norte
y sus 12.000 habitantes vivían de la agricultura. En menos de una
década todo se multiplicó: la población, el costo de vida, la
delincuencia, los burdeles. Hoy el salario anual es de 78.000 dólares,
el más alto del país, el desempleo apenas roza el 1 por ciento, alquilar
un estudio cuesta 2.500 dólares y una prostituta gana 2.000 dólares en
una noche.
A 3.000 metros bajo
la superficie yace la causa: una formación de esquisto (shale en
inglés), un tipo de roca repleta de petróleo y gas hasta hace poco
inaccesible. Desde 2006 la llanura se llenó de torres de perforación.
Había llegado la fractura hidráulica (fracking en
inglés), una técnica que inyecta en el subsuelo una mezcla de agua,
arena y productos químicos a alta presión para liberar los hidrocarburos
(ver infografía).
Hoy el pueblo es la capital de una revolución energética que convirtió la semana pasada a Estados Unidos
en el primer productor de hidrocarburos por encima de Rusia y Arabia
Saudita y que promete cambiar la geopolítica y la economía mundial.
Hasta hace unos
años el fracking era muy caro y solo cuando el precio del petróleo
alcanzó 100 dólares por barril comenzó la bonanza. Ahora los
norteamericanos extraen el 45 por ciento del gas de su país de este modo
y producen 22 millones de barriles diarios. En los últimos cinco años
las importaciones de petróleo y gas cayeron un 32 y un 25 por ciento
respectivamente y se calcula que de ahora a 2020 el país se volverá un
exportador neto. Se cree que en Estados Unidos hay más de 100 años de
reservas.
Ese botín llega a
un país que usa el 25 por ciento de la energía mundial y que hasta 2005
importaba el 60 por ciento de su consumo, lo que lo ponía a la merced de
otros. En 1974, Nixon prometió “ya no ser dependientes para 1980”,
Carter dijo que “con la excepción de una guerra, la independencia
energética es el reto más grande
del país”, Clinton afirmó que “la dependencia es nuestra mayor amenaza”
y Bush hijo advirtió que “Estados Unidos es adicto al petróleo, muchas
veces importado de regiones inestables”. Pero ninguno había logrado
revertir la tendencia.
Ahora las bases de
la geopolítica mundial se mueven. La política de Washington ya no se
subordinará a su abastecimiento energético, que lo ha justificado todo.
Desde guerras absurdas como la de Iraq, hasta alianzas contra natura con
el régimen de Arabia Saudita,
a pesar de su apoyo al islamismo radical o depender de la Venezuela
chavista. Aunque las predicciones son azarosas, es probable que en unos
años la Casa Blanca se aleje de su obsesión con el Medio Oriente, tenga más margen de maniobra ante Rusia o deje de competir con China por recursos.
Washington podrá presionar los precios energéticos e ignorar a la Opep, el cartel petrolero mundial
En otros países, incluido Colombia, también hay mucho gas esquisto,
mientras Rusia tiene pocas reservas. En este juego Estados Unidos tiene
la mejor mano. Los bajos costos energéticos impulsan una
reindustrialización y más competitividad. Se calcula que el gas barato
equivale a una rebaja salarial del 17 por ciento. Dejar de importar
hidrocarburos aliviana además el déficit comercial crónico
estadounidense, uno de los lastres de su economía, y fortalecerá el
dólar.
Lo malo es que esta
revolución puede abrir la puerta a un desastre ambiental sin
precedentes. No solo porque un solo pozo consume millones de litros de
agua, porque se inyectan toneladas de químicos, porque se sospecha que
la fractura produce terremotos o porque en las cercanías el agua se
llena de metano y se vuelve inflamable. Sino también porque la
abundancia desestimularía la búsqueda de soluciones sostenibles para el
futuro.
Algunos países como
Francia o Alemania prohibieron el fracking y en el Reino Unido miles de
personas salieron a las calles para detener la construcción de pozos en
Sussex. Uno de sus lemas rezaba: “El dinero no se bebe”.
Riesgos del proceso de extracción
Aire
El metano del gas esquisto es quemado y produce CO2.
Los químicos de las aguas contaminadas se evaporan.
Agua
Hay casos en los
que el agua contaminada se filtra en los acuíferos usados para el
consumo y la agricultura. También se ha desbordado de sus reservorios y
ha roto tuberías.
Las enormes cantidades de agua necesarias para extraer el gas afectan el suministro en zonas áridas.
Tierra
Produce
microsismos, pero en ocasiones ha creado temblores lo suficientemente
fuertes como para ser sentidos por los humanos. En 2011 en Ohio se
registró uno de cuatro grados en la escala de Richter.
Fuente HidrocarburosBolivia
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